viernes, 7 de octubre de 2011

LAS PELÍCULAS DE MI VIDA (I). BATMAN BEGINS




Recuerdo muy bien las películas que me han hecho levantarme del sillón tras el final. Me refiero a levantarme por la emoción, a no poder permanecer sentado debido a un respingo causado por la adrenalina. Sí, me acuerdo de todas. Supongo que porque no han sido muchas. Esta, sin duda, entra dentro de la lista.

Mi idilio con el caballero oscuro comenzó hace bastante tiempo, mucho antes de ver el largometraje protagonista de esta primera edición de Las películas de mi vida. Que se lo digan a mi padre, que se tragó conmigo una y otra vez Batman y Batman vuelve. Pero, cuando me puse a pensar con qué película comenzar, no tuve dudas. Que me disculpe Tim Burton. Ya le tocará a él.

Me decidí a ver Batman begins un día por la mañana que no fui a la universidad. No me acuerdo de si fue martes o miércoles, pero el año era 2008 seguro, tres después de que se estrenara. ¿Que por qué tardé tanto? Recuerdo perfectamente que cuando la anunciaban por la tele no me hacía mucha ilusión. Solía pasarme cuando se estrenaban esta clase de remakes. Yo tenía en mi cabeza el Batman interpretado por el gran Michael Keaton –dicho sea de paso, el mejor Bruce Wayne, para mí–, y me resistía a que, de algún modo, me lo cambiaran. Con el tiempo he mejorado ese defecto.

La película me enganchó desde el principio. Yo no soy un experto en cómics de Batman, pero puedo jurar que era como si estuviera viendo reflejadas en la pantalla las páginas con las viñetas protagonizadas por el hombre-murciélago. Uno de los ingredientes principales que debe tener una película para ‘atraparme’ de verdad es la atmósfera, que consiga que pueda sentirme como si estuviera ahí dentro. La de Batman begins es impresionante. Su música, su oscuridad.

Me encanta que se dé una justificación al hecho de que Bruce Wayne tenga que enmascararse: “La teatralidad y el engaño son poderosos aliados.”, que todo se envuelva de un halo de realidad. Me encantan, por supuesto, las clásicas apariciones de Batman de la nada: -“¿Dónde coño estás?”, y Bruce, contestando con un susurro a su espalda: -“Aquí.”

Pero volvamos a donde comenzamos. A mi muelle en el culo tras ver la última escena. Esa última escena… Me es inevitable tener que volver a hablar de la película Batman de 1989. Ya he dicho que fue ahí donde conocí el personaje. Por tanto, lo conocí con el Joker. Curiosamente no lo eché en falta en Batman begins. Así de buena me estaba pareciendo. Pero es que aún faltaba la escena final. Con Batman y Gordon en la azotea de la comisaría. Con la batseñal encendida. Con la música haciéndose cada vez más audible. Y, justo en el culmen del fade in, se le da la vuelta a la carta. Pues eso, que inevitablemente me levanté del sillón.

Después de verla me leí El largo Halloween y La broma asesina. También me pasé viendo trailers y buscando información de El caballero oscuro hasta que fui al cine, ese mismo verano. Por supuesto, tocará hablar de esta secuela.

“-Justiciero sólo es un hombre perdido en su loco afán de

satisfacción personal. Pueden acabar con él o encerrarle. Pero si consigues ser algo más que un hombre, si te entregas a un ideal, si nadie puede detenerte, te conviertes en algo muy diferente.

-¿En qué?

-En una leyenda, señor Wayne.”

En la leyenda del caballero oscuro.

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