martes, 24 de septiembre de 2013

ETÉREA







                                        Si fueras de verdad




                                                         ya no te soñaría.






martes, 16 de abril de 2013

'EL CORAZÓN DELATOR'

"Yo he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra y bastantes del infierno. ¿Cómo, entonces, he de estar loco?"
El corazón delator, E. A. Poe (1845)


Miedo. Tanto lo medito, leo y escribo, intentando averiguar algo de su verdadera naturaleza. Instinto, reacción primitiva, palabras que no llegan a ser resolutivas en la descripción. Inherencia que ambos, cerebro y cuerpo, se encargan de traducir de diversas formas. Una de ellas la inquietud, una de ellas quizás la culpa.

Me decidí a adaptar 'El corazón delator' mucho antes de hacer lo propio con 'El monte de las ánimas'. Fue el aspecto técnico en este caso el que impidió que el proyecto saliera adelante, haciendo que permaneciera hibernando, que no moribundo, en el montón de proyectos pendientes de mi biblioteca sonora mental.

¿Por qué este relato el primero? Porque es capaz de encoger el pecho como ningún otro, porque te hace querer levantarte del sillón, porque la no-locura del innominado protagonista genera el halo de tensión imprescindible y necesario para que el final sea efectivo, porque dicho final acaba por hacer que el lector -el oyente- definitivamente tenga que abandonar el asiento impulsado por la emoción. Sencillamente, porque daba mucho juego desde el punto de vista de la ambientación sonora.

De nuevo, lo recomendable es escuchar la dramatización habiendo buscado el punto clave de abstracción, con los ojos cerrados y con cascos, dejando que la imaginación haga su trabajo.









jueves, 1 de noviembre de 2012

ALLÁ VA, COMO EL CABALLO DE COPAS

Y allá va, efectivamente, de nuevo, porque hace casi un año decidí adaptar una de mis narraciones favoritas, de mis 'especialmente favoritas', a formato radiofónico. Los gustos que forman parte de esa selecta lista no son muchas veces los mejores desde el punto de vista técnico o estético. Ese no es requisito imprescindible. Me pasa, por ejemplo, con El gato negro de Poe, que cuando la leí con 14 años se convirtió en mi preferida de aquellas Narraciones extraordinarias. La razón no soy capaz de determinarla con seguridad. Los elementos primarios, el hombre, el animal, la oscuridad. Tal vez. Lo que sí puedo aseverar es que hubo otras, como El hundimiento de la Casa de Usher, que en aquel momento no entendí, pero que, al releerlas con más experiencia y más callos en el cerebro, no pudieron menos que pasar a engrosar mi lista de 'favoritas'. Pero nunca iban a suponer lo mismo para mí que El gato negro.
Es necesario que establezca bien, por tanto, la diferencia entre mis gustos 'favoritos' y mis gustos 'especialmente favoritos'. Los primeros, tal cual, son eso, gustos. Pero los segundos tienen que ver con el impacto de lo nuevo, con la impresión más allá de elementos narrativos, de formas de escribir. Por eso son 'especiales'. Porque fueron los primeros. Los que me ayudaron a descubrir.
Tal fue para mí El monte de las ánimas de Bécquer, y a la misma me refería al principio. Y decía que allá va de nuevo porque ya la compartí aquí, aunque por no sé qué motivo los administradores de la página web en la que colgué la dramatización decidieron eliminar el archivo. Por eso he decidido volver a compartirlo. Por eso y porque le he añadido algunas mejoras. Por eso y porque hoy, tal día como hoy, 1 de noviembre, Bécquer la escribió "volviendo algunas veces la cabeza con miedo".

Espero que disfrute quien la escuche, eso sí, sin olvidar que lo recomendable es colocarse los cascos, cerrar los ojos y dejar que la imaginación trabaje.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

ARTE

Hay muchas formas de hacer cine, y lo cierto es que he aprendido a ser bastante tolerante en ese sentido. Porque lo que prima es el buen sabor de boca final. Un largometraje de ficción pretende contar cosas, igual que un libro o una dramatización de radio y, al ver, leer o escuchar una historia por primera vez, lo más importante es estar satisfecho por haber experimentado sensaciones, sean de la naturaleza que sean. Es cuando puede palparse el notable éxito de la historia, porque el público no ha reparado aún en los detalles técnicos. Ya habrá tiempo de ese tipo de análisis en posteriores revisiones.

Hay muchas formas de hacer cine, pero existe una diferencia entre hacer una película y hacer arte. Porque es que esto es arte, coño:


El hombre que sabía demasiado, A. Hitchcock (1956)