jueves, 1 de noviembre de 2012

ALLÁ VA, COMO EL CABALLO DE COPAS

Y allá va, efectivamente, de nuevo, porque hace casi un año decidí adaptar una de mis narraciones favoritas, de mis 'especialmente favoritas', a formato radiofónico. Los gustos que forman parte de esa selecta lista no son muchas veces los mejores desde el punto de vista técnico o estético. Ese no es requisito imprescindible. Me pasa, por ejemplo, con El gato negro de Poe, que cuando la leí con 14 años se convirtió en mi preferida de aquellas Narraciones extraordinarias. La razón no soy capaz de determinarla con seguridad. Los elementos primarios, el hombre, el animal, la oscuridad. Tal vez. Lo que sí puedo aseverar es que hubo otras, como El hundimiento de la Casa de Usher, que en aquel momento no entendí, pero que, al releerlas con más experiencia y más callos en el cerebro, no pudieron menos que pasar a engrosar mi lista de 'favoritas'. Pero nunca iban a suponer lo mismo para mí que El gato negro.
Es necesario que establezca bien, por tanto, la diferencia entre mis gustos 'favoritos' y mis gustos 'especialmente favoritos'. Los primeros, tal cual, son eso, gustos. Pero los segundos tienen que ver con el impacto de lo nuevo, con la impresión más allá de elementos narrativos, de formas de escribir. Por eso son 'especiales'. Porque fueron los primeros. Los que me ayudaron a descubrir.
Tal fue para mí El monte de las ánimas de Bécquer, y a la misma me refería al principio. Y decía que allá va de nuevo porque ya la compartí aquí, aunque por no sé qué motivo los administradores de la página web en la que colgué la dramatización decidieron eliminar el archivo. Por eso he decidido volver a compartirlo. Por eso y porque le he añadido algunas mejoras. Por eso y porque hoy, tal día como hoy, 1 de noviembre, Bécquer la escribió "volviendo algunas veces la cabeza con miedo".

Espero que disfrute quien la escuche, eso sí, sin olvidar que lo recomendable es colocarse los cascos, cerrar los ojos y dejar que la imaginación trabaje.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

ARTE

Hay muchas formas de hacer cine, y lo cierto es que he aprendido a ser bastante tolerante en ese sentido. Porque lo que prima es el buen sabor de boca final. Un largometraje de ficción pretende contar cosas, igual que un libro o una dramatización de radio y, al ver, leer o escuchar una historia por primera vez, lo más importante es estar satisfecho por haber experimentado sensaciones, sean de la naturaleza que sean. Es cuando puede palparse el notable éxito de la historia, porque el público no ha reparado aún en los detalles técnicos. Ya habrá tiempo de ese tipo de análisis en posteriores revisiones.

Hay muchas formas de hacer cine, pero existe una diferencia entre hacer una película y hacer arte. Porque es que esto es arte, coño:


El hombre que sabía demasiado, A. Hitchcock (1956)








jueves, 2 de agosto de 2012

INSPIRACIÓN

No puedo dormir. Soy incapaz porque mi mente ebulle, porque genera ideas.


Aún palpita después de haber estado escribiendo.


Y entonces me levanto. Y veo un resplandor azulado colándose por la ventana. Esta noche hay luna llena, y en este preciso momento se encuentra justo en el centro del cielo. Y aquella ebullición hace que crea escuchar el aullido lejano de un lobo, de una criatura sobrenatural acaso.


Y mi corazón late deprisa ante lo romántico del momento.


viernes, 6 de julio de 2012

MARE

"De los cuadros que acariciaba su artificiosa fantasía, y que alcanzaban, pincelada a pincelada, una vaguedad ante la cual yo me estremecía del modo más espeluznante, pues me sobrecogía sin saber por qué; de aquellos cuadros (tan vívidos que sus imágenes están ahora delante de mí), yo me esforzaría inútilmente en sacar más de una pequeña porción que cupiese en los estrechos límites de las palabras escritas. Por su absoluta sencillez, por la limpidez de sus perfiles, me retenían y me intimidaban la atención. Si jamás un mortal pudo pintar una idea, ese mortal fue Roderick Usher. Para mí a lo menos -en las circunstancias que me rodeaban- brotaba de las puras abstracciones que aquel hipocondríaco se ingeniaba para trasladar al lienzo, una intensidad de intolerabe terror del cual no había sentido yo ni una sombra ni aun en la contemplación de las tan resplandecientes y, con todo, demasiado concretas ensoñaciones de Fuseli."

El hundimiento de la Casa de Usher, E. A. Poe (1839)



La pesadilla, J. H. Fuseli (1781)

viernes, 4 de mayo de 2012

GARRA Y ALMA


En los últimos años, dentro del contexto en el que se enmarcan los continuos debates llenos de comparaciones entre Real Madrid y FC Barcelona, ha sido muy repetida la idea de que el juego del conjunto culé no gustaría en el Bernabéu, de que al aficionado merengue le seduce el fútbol de ida y vuelta más que el ‘tiqui-taca’, de que en el estadio blanco siempre se ha preferido más la garra, la lucha, el espíritu, el alma. No voy a entrar a valorar esas afirmaciones. Lo único que diré al respecto ahora es que a mí, simplemente, me gusta el buen fútbol, el que me divierte y el que consigue que ciertos partidos queden grabados en mi memoria.

El Real Madrid acaba de proclamarse campeón de liga por trigésimo segunda vez en su historia después de tres años de sequía. La última vez que el club merengue rompió otra racha negativa de tres temporadas sin conquistar un título liguero fue en 2007. En aquel mercado de invierno llegó al equipo de Capello un muchacho de 19 años apellidado Higuaín. Un jugador que, tal y como iba a verse a partir de entonces, posee precisamente las mismas características a las que antes hacía mención. Esas que se dice que gustan al hincha blanco, sí.

Recuerdo a la perfección el partido de debut del ‘Pipa’ en liga. Fue contra el Zaragoza, un encuentro en el que el conjunto maño dispuso de infinidad de oportunidades que Casillas desbarató. Higuaín jugó sus primeros minutos en el Madrid demostrando el porqué de su fichaje. Mucha participación, mucho descaro, mucho buen juego. Lo dije desde el principio: “Este tío me gusta. Este tío es bueno”. Los blancos se pusieron por delante con un gol del grandioso Ruud a pase de, precisamente, el niño que debutaba. Faltó su gol, ese que tardaría tanto en llegar, ese que luego iba a convertirse en un plural, en ‘esos’, esos de los que tendría para regalar.

Lo que luego pasó en esa liga es una historia ya bien conocida. Higuaín solo anotó dos tantos, el de la remontada ante el Espanyol y el del empate frente al Atlético en el Calderón, pero que fueron claves para conseguir cuatro puntos imprescindibles en ese sprint final de la mítica liga de Capello. Y, por supuesto, participó activamente en la consecución de otros muchos. Sin ir más lejos, en los tres que supusieron la remontada ante el Mallorca en la última jornada, dando lugar a la consecución del título.

Lo de Higuaín fue algo insólito en el Real Madrid. Llegó, como antes apuntaba, en el mercado de invierno de la 2006-07 junto con Gago y Marcelo, cuyos nombres, aunque también eran jóvenes promesas aún, ya habían empezado a sonar en Europa. Incluso el brasileño vino como internacional, y el debut con la albiceleste del que decían iba a ser el heredero de Redondo se produjo tan solo un par de meses después de aterrizar en la capital. El caso del ‘Pipa’ no era ese ni mucho menos. Higuaín estaba empezando a despuntar aún en River, pero era simplemente un chaval que marcaba sus primeros goles en Argentina, como tantos otros. Bueno, no exactamente. Porque no todos los muchachos de 18 años pueden presumir de convertir, como dicen en Argentina, dos veces en un ‘Súperclásico’. Dos golazos, de hecho. Esas fueron las primeras imágenes que vimos de él en España.

Era, por tanto, un auténtico desconocido. Me acuerdo perfectamente de que, en el tercer partido de Higuaín, la vuelta de los octavos de final de Copa jugado frente al Betis en el Bernabéu, que terminó con 1-1, siendo el Madrid eliminado, y que vi en la Peña Madridista de Torredonjimeno, en la pantalla gigante de la pared del fondo, la realización mostró un plano del ‘Pipa’ de espaldas. Un señor mayor, de ese grupo de socios fundadores que siempre ocupa los sillones de cuero frente a la proyección de los partidos, leyó el nombre que aparecía en aquella camiseta: “Higaín”, sentenció. Aquello me hizo mucha gracia, y también me hace rememorar todas las burlas que surgieron en torno al jugador y a la poca puntería de la que estaba haciendo gala: “Es ‘higualín’ que Ronaldo”. El crack brasileño acababa de irse al Milan, y la gente pensaba que al Madrid le habían dado gato por liebre.

Higuaín no vino como goleador. Se hizo aquí, aunque no fue ese año. De hecho, Capello lo utilizó en banda derecha durante el tiempo en el que Beckham estuvo en el ostracismo. La temporada siguiente también jugó varias veces en esa posición con Schuster, pero a medida que iba resolviendo sus problemas para definir de cara a puerta iba quedando cada vez más claro que él había venido aquí para eso, para romper las redes rivales. Su explosión total comenzó ese año 2008. Fue en “la primavera de Higuaín”. Después de haber marcado poco en toda la temporada, llegaban los goles del ‘Pipa’ acompañados del buen tiempo. Por supuesto, es muy especial uno en concreto, y fue el día en el que el Real Madrid se proclamaba campeón de liga si ganaba a Osasuna. Un partido que se preveía muy duro porque el rival se jugaba la permanencia y, por supuesto, por el ambiente en el Reyno de Navarra, siempre tan hostil para los blancos. Lo cierto es que se cumplieron las expectativas en ese sentido. La lluvia, además, dio el pincelazo que faltaba para teñir de épica el encuentro.

Osasuna se puso por delante en el marcador en los últimos minutos al transformar Puñal un penalti cometido por Heinze tras tocar el balón con la mano en una disputa aérea, jugada en la cual el defensor argentino sufrió una herida en los dedos que no pararía de sangrar. El Madrid jugó con 10 toda la segunda parte, e Higuaín había ingresado en el terreno de juego sustituyendo a Raúl faltando una media hora para el final. En el minuto 87 el ‘Pipa’ saca una falta lateral que Robben remata poniendo el 1-1 en el marcador. Un año después, otro gol de cabeza en un alirón merced a un balón puesto por el argentino. Gonzalo el ‘Pipa’ Higuaín marcó el gol de la liga dos minutos después, tras rematar con su vida un balón que se le había quedado botando dentro del área rojilla. La imagen de la celebración madridista bajo la lluvia, unida a la de Heinze con su mano que no dejaba de emanar sangre, es difícil, imposible de olvidar.

En la temporada 2008-2009, una de las más difíciles mentalmente para los blancos, Higuaín sostuvo al equipo en liga mientras duró la persecución al Barça. Fue su primer año con números de verdadero goleador (su último partido en la banda fue en la primera jornada contra el Depor), quedando para la memoria sus cuatro tantos frente al Málaga o el zurdazo que daba la victoria ante el Getafe, remontada contrarreloj incluida, que yo celebré tirándome de rodillas al suelo. Era un ‘Pipa’ más fuerte, más certero, más agresivo, más seguro de sí mismo. Era un ‘Pipa’ capaz de coger el balón en el centro del campo y avanzar como un elefante perseguido y cargado por rivales, todos sucumbiendo a su potencia, para finalizar la jugada con la precisión que anteriormente le había faltado. Sansón, Espartaco, un guerrero, un gladiador, un luchador. Pero pese a ello parecía que aún no había convencido a todo el mundo, que aún necesitaba seguir demostrando que valía para ser delantero titular en el Real Madrid. A mí no me hacía falta más. Veía reencarnados en su figura valores que antes habían representado Salgado, Helguera, Raúl o Solari, y que se va haciendo más difícil de encontrar en un deporte cada vez más negocio: el espíritu inquebrantable de no bajar los brazos.

El siguiente curso logró los que hasta ahora son sus mejores registros con la camiseta madridista, y pareció por fin haber terminado por asentarse como crack, y la 2010-2011 comenzó de igual modo. Hasta que llegó un día fatídico. El del ‘Clásico’, el primero de Mourinho. El Madrid iba líder y en un gran estado de forma al Camp Nou, pero pronto todo empezó a pintar mal, convirtiéndose en presagio de lo que luego iba a acontecer. Yo estaba viendo el maratón del programa ‘Punto Pelota’, y a lo largo de la tarde había comenzado a decirse que el ‘Pipa’ no iba a formar parte del once inicial por una lesión de última hora. Algo después José Antonio Luque informó de que quizás esa dolencia era más grave de lo que se pensaba en un principio. Efectivamente, el primer rumor se confirmó y el argentino no pudo jugar ese encuentro. El resultado fue el famoso 5-0, esa ‘manita’ que detuvo con un guantazo seco la esperanza madridista de, por fin, enfrentarse al Barcelona de tú a tú, teniendo la posibilidad real de acabar con su hegemonía. No, habría que esperar más. Igual que también habría que esperar para ver a Higuaín pisando el césped otra vez. El segundo rumor también se vio hecho realidad: una hernia discal le tendría en el dique seco seis meses. Adiós a la temporada para él.

Sin embargo, y como más adelante dijo su hermano, el ‘Pipa’ tiene los cojones de un toro. Volvió en abril, dos meses antes de lo esperado y, aunque se notaba que aún le hacía falta recuperar velocidad, vio puerta de nuevo veinte días después de su regreso endosándole un ‘hat-trick’ al Valencia. Pero al argentino le tocaba remar de nuevo a contracorriente. Otra vez a subir la montaña. Otra vez desde abajo. Otra vez a demostrar que no se amedrentaba. Una situación que ya conocía de sobra pero que, una vez superada, se antojaba más duro sobreponerse a ella de nuevo.

Higuaín se ha encontrado al mejor Karim Benzema luchando con él por un puesto en el once de Jose Mourinho. En esta temporada 2011-2012 no ha conseguido en ningún momento ser titular indiscutible. Volvió fuerte, anotando la friolera de 14 goles en la primera vuelta de la liga, alternándose el puesto con el francés. Pero el colosal nivel desplegado por Karim le ha ido restando minutos de juego. Y el ‘Pipa’ mitigó su rugido. Por primera vez se intuía que no estaba del todo dispuesto a pelear. Quizás cansado, quizás harto, quizás herido. Todo ello ha provocado las numerosas especulaciones y habladurías. Noticias sobre el interés de diversos clubes. Rumores que Higuaín nunca ha desmentido con rotundidad. Siempre intento mirar hacia otro lado y pensar que pasa lo habitual, eso de ‘mucho ruido y pocas nueces’. Pero llega el final de temporada y tengo miedo.

Hoy, de nuevo, leo. Leo artículos, crónicas y opiniones. Leo y veo que me quieren quitar al ‘Pipa’. Leo y veo que me quieren quitar la garra y el alma. Porque se puede comprar calidad, se puede comprar técnica y goles, pero no espíritu. Y es que en el mundo del fútbol éste se genera a base de jugar partidos, de manchar la camiseta de sudor, lluvia, barro, sangre y vida. Porque yo celebro con Higuaín sus goles. Porque están llenos de fuerza, de rabia, de carácter. Porque no hay nada mejor que marcar con el Real Madrid.

Vengo diciendo desde hace unos años que en mi cabeza está la idea de que el gol de ‘la Décima’ lo va a marcar Gonzalo el ‘Pipa’ Higuaín. Me duele pensar que quizás no tenga la oportunidad de ver ese deseo cumplido. Me duele mucho. Hace un tiempo Florentino hablaba de que había jugadores nacidos para vestir la camiseta del Real Madrid. Yo creo que el ‘Pipa’ tiene, sin duda, el gen madridista. Y esa cualidad innata no se puede arrancar. Este año, de nuevo, en el partido en el que los merengues tenían la posibilidad de cantar el alirón, el ‘20’ agarró un balón dentro del área, se lo colocó y soltó un nuevo zarpazo de furia interna que se coló por la escuadra. Gol del ‘Pipa’ y campeones de liga.

Gol del ‘Pipa’. Espero poder cantarlo muchas veces más.


lunes, 30 de abril de 2012

EQUILIBRIO

"Jon Snow: You're Tyrion Lannister? The Queen's brother?

Tyrion Lannister: My greatest accomplishment. And you, you're Ned Stark's bastard, aren't you?

[Jon walks away]

Tyrion Lannister: Did I offend you? Sorry. You are the bastard, though.

Jon Snow: Lord Eddard Stark is my father.

Tyrion Lannister: And Lady Stark is not your mother, making you… the bastard. Let me give you some advice, bastard: never forget what you are. The rest of the world will not. Wear it like armor, and it can never be used to hurt you.

Jon Snow: What the hell do you know about being a bastard?

Tyrion Lannister: All dwarfs are bastards in their father's eyes."


(Game of Thrones, 1x01: Winter is coming)


Tyrion Lannister. Lo que le falta de altura le sobra de cabeza... de inteligencia, quiero decir.

sábado, 17 de marzo de 2012

EL VERDADERO AROMA DE LA CHAMPIONS

Hace algo más de un año escribí un artículo titulado “El aroma de la Champions”. La llegada progresiva del buen tiempo, el calor y la brisa fresquita son para mí, tal y como dije aquella vez, sensaciones asociadas a las eliminatorias a doble partido de la máxima competición europea. Pero no a cualquiera de ellas. Siempre que se avecinan estas fechas me es inevitable rememorar los fantásticos duelos Real Madrid-Bayern y Real Madrid-Manchester (United, que en los últimos tiempos se ha hecho necesario especificar), también los Chelsea-Liverpool de hace unas temporadas, o la magnífica y espectacular semifinal Milan-Manchester Utd. de la temporada 2006-2007, en la que se vio a un Kaka pletórico e impresionante que a la postre fue Balón de Oro. Partidos en los que se respira historia, en los que se respira tradición. Partidos en los que se respira eso que yo llamo el aroma de la Champions.

Ayer se celebró el sorteo de cuartos de final de la Liga de Campeones. Sorteo puro, sin condicionantes por el país o por la liguilla de clasificación. Esa circunstancia siempre ha permitido que a partir de esta ronda los amantes del fútbol comenzáramos a disfrutar ese tipo de eliminatorias memorables como las que antes citaba. Sin embargo, este año el bombo era un poco descafeinado. No estaban muchos grandes, como el propio United o el Inter, y los que sí están no dan la sensación de llegar al nivel de aquellas escuadras ni mucho menos. El Milan no es el de Ancelotti, el Chelsea no es el de Mourinho y el Bayern no es el de Hitzfeld. Fruto de la crisis económica o del creciente miedo a perder debido a las exigencias y expectativas, por el cual se apuesta por el juego físico resultadista y feo (véase al City de Mancini, aunque es cierto que el del italiano es un caso aparte), creo que cada vez habrá menos posibilidades de ver una eliminatoria abierta y con goles o, como mínimo, con muchas ocasiones de gol. Esos partidos en los que reinaba la tensión, en los que tomaban la palabra los futuros Balones de Oro. Partidos para grabar, enmarcar y recordar en años posteriores.

Por eso, tras el sorteo, quedé descontento. Porque sí, claro que como madridista quiero que el Real Madrid gane la Champions. No puedo tener más ganas de ello después de ya diez años. Pero puede que por esa carencia de eliminatorias míticas aún tenga una mayor necesidad de que el título venga precedido de duelos con los grandes. Para mí, lo ideal hubiera sido que los blancos se enfrentaran al Milan, al Bayern y al Barça. Los dos últimos aún pueden ser, pero el hecho de que tocara el APOEL me decepcionó un poco. Y es que sé que esta esencia del fútbol de siempre de la que vengo hablando no puede haberse marchado. Me lo confirma, por ejemplo, el haber disfrutado de la eliminatoria entre el Athletic Club y, de nuevo, qué casualidad que este equipo sea mencionado tantas veces, el Manchester United.

Muchos me dicen literalmente que soy un poco tonto. Que debería alegrarme por haber tocado un rival en teoría fácil y que pensar en las semifinales no sea para nada descabellado. Que seguramente si el Madrid gana la Champions luego piense que estas reflexiones eran una estupidez. Sin embargo, no creo que fuera a ser así. Precisamente porque recuerdo casi al dedillo duelos como el de la semifinal Madrid-Juve de la 2002-2003 en la que los merengues quedaron eliminados y me da un poco igual no acordarme del Madrid-Tottenham de cuartos de la temporada pasada. La diferencia está en la rivalidad, la competencia, el gusto real por el fútbol.

Ahora mismo soy como el yonqui que necesita su dosis. Y llevo esperándola mucho tiempo. El verdadero aroma de la Champions tendrá que esperar un poquito más este año. Si toda espera tiene su recompensa, entonces la mía deberá ser grandísima. Ojalá.



martes, 6 de marzo de 2012

TONTERÍAS Y TONTERÍOS

Siempre me ha caído mal la gente hipersensible. Aquellas personas que no entienden de dobles sentidos, contextos y/o expresiones fosilizadas y que, por querer defender una postura, saltan enfurecidos ante cualquier mención que no se ajusta a lo estrictamente correcto y avanzado desde el punto de vista social. Aunque no tenga sentido hacerlo. Quizás porque no son capaces de conseguir objetivos reales en sus respectivas luchas. Quizás porque así se sienten satisfechos, pese a que solo sea por encender pequeños polvorines. “Está bien visto emitir una protesta pro-igualdad de género. Por eso lo hago. Por eso esta noche me acuesto feliz. He llevado a cabo mi buena acción del día.” El problema es que no todo vale.

Lo leí hace varios días: un colectivo de gays y lesbianas había tomado la decisión de denunciar al entrenador del Real Madrid, José Mourinho, porque, en la previa del último partido de competición europea del conjunto blanco, el portugués se refirió a los organizadores de la UEFA como “estos maricones que todavía no nos han dado los balones”. También he escuchado muchas veces a determinadas periodistas del ámbito futbolístico (periodista, nombre común en cuanto al género) quejarse, muy molestas ellas, por el uso de la expresión “partido para hombres”. En ambos chorricasos –porque son unas chorradas los dos– pienso que el que sabe lo que se quiere decir lo sabe y punto, y el que protesta lo hace sin razón ninguna. NINGUNA. Porque ni Mourinho está utilizando las orientaciones sexuales de los miembros de la UEFA para meterse con ellos, ni el sintagma anterior pretende excluir a las mujeres de la práctica del fútbol y del deporte en general. Y no me voy a parar a explicarlo todo. Como he dicho, el que sabe lo que se quiere decir lo sabe.

Pues bien, resulta que en ese afán de defensa y reivindicación de ciertos aspectos, y concretamente el del papel de la mujer en la sociedad, últimamente se ha utilizado como arma algo que a mí me toca los cojones que se haya tomado para, como me decía mi amiga Elena, hacer demagogia de ya ni sabemos qué: el lenguaje. El resultado de ello han sido numerosas guías que abogan por el fin de lo que estas denominan usos sexistas del español, no solo proponiendo, sino casi obligando a que se deje de emplear el masculino genérico o no marcado, algo ya totalmente asentado en nuestra lengua, porque no “hace visible” a la mujer, y proponiendo otras alternativas en las cuales no me voy a detener para exponer sus inconvenientes, entre otras cosas porque es mucho más recomendable leer el informe del gran Ignacio Bosque al respecto (http://t.co/6Y7Y1lFO), pero de las que sí diré que atentan contra uno de los principios fundamentales de la lengua, esto es, la funcionalidad.

Señores, la Real Academia no impone qué normas se siguen y cuáles dejan de tener vigencia. Esto no se trata de que un día se les pase por la cabeza a sus miembros el hecho de que cierta palabra tenga que incluirse en el diccionario y que esta sea incluida y punto. No se puede “instar a la RAE”, como he leído que se ha hecho desde la mayoría de partidos políticos, a que cambie el uso del español en determinados contextos. Porque esa no es su labor. La Real Academia no establece el uso que ha de hacerse de la lengua. Son los hablantes los que mandan. Y tampoco estamos hablando de algo que se efectúe deliberadamente. Es el empleo constante e inconsciente el que determina que esos usos tengan éxito y que, por tanto, deban ser incluidos como piezas del español de pleno derecho. Observar y describir. No estaría mal que muchos se informasen antes de opinar y exigir.

Además, ¿qué pasa si ahora a mí me sale de los cojones decir que el uso de esas alternativas que proponen las mencionadas guías que tienen género –que no sexo– femenino me molesta porque se “excluye” y no se “hace visible” al hombre? ¿Qué hacemos en ese caso, EH? ¿Nos pegamos un tiro (oración recíproca)? ¿Esto de qué se trata? ¿De ver quién es más chulo? ¿O a lo mejor de guardar las apariencias? ¿De luchar por algo porque está bien visto sin importar el argumento, tan solo el fondo? ¿Vale todo en favor de un objetivo socialmente aceptado? ¿Es mejor el feminismo exacerbado que el machismo? ¿O son las dos cosas igual de reprobables?

En fin, la noche previa a que saliera publicado el informe Ignacio Bosque predije que me iba a calentar. Y fue tal cual. Creía que ya se me había pasado, pero he escrito esto en un pequeño arrebato, porque es que todavía sigo viendo publicadas estupideces del tamaño del copón. Y concluyo diciendo que si hay alguien al que se le haya pasado por la cabeza en algún momento durante la lectura de este texto que soy un machista, misógino, fascista o cualquier otra barbaridad sin sentido, es que es, no tonto (ni tonta), sino lo siguiente.

miércoles, 22 de febrero de 2012

SOBRE LAS MUJERES GUAPAS


Considero que existe mucha subjetividad en este sentido. Y me explico. Hay mujeres que son guapas de un forma objetiva. Si ves a una rubia despampanante con los ojos azules no puedes negar ese hecho obvio. Te podrá gustar más o menos, pero es innegable que es guapa. Está claro que no diría que no. Está muy claro. Pero a mí siempre me ha hecho más ‘tilín’ una belleza menos tópica. Quizás porque ya doy por hecha la obviedad de la belleza si se cumplen determinados cánones. No me sorprende, digamos. Los cánones, igual que los tópicos, son tales porque son verdad. Me gustan las rubias de ojos azules, claro, pero me agito con unos ojitos almendrados color miel, con una sonrisa bonita. En definitiva, con una cara a la que miro, y tras hacerlo una y otra vez, continuamente y en días posteriores aleatorios, las únicas palabras que me salen son siempre las mismas:
“Es que es guapa”.
Y punto. No me aventuro a decir si son los ojos, la boca, las mejillas o lo que sea. Supongo que el todo. Simplemente es mi 'tilín'. Y es subjetivo. Cada uno tiene sus propios 'tilines'.
Me gusta descubrir caras que me hacen ‘tilín’.

domingo, 5 de febrero de 2012

RECUERDOS

"Es curioso lo que uno puede recordar, porque yo no me acuerdo cuándo nací, ni recuerdo mi primer regalo de Navidad, ni tampoco sé cuándo salí de excursión por primera vez...

Pero sí recuerdo la primera vez que oí la voz más dulce del mundo entero. Yo nunca había visto nada tan hermoso en toda mi vida. Era como un ángel."

Forrest Gump (1994)



Memora selectiva. Maravillosamente imprevisible.

lunes, 23 de enero de 2012

EL ENIGMA DEL FIN DE LOS TEMPLARIOS (VI). EL FIN Y LA MALDICIÓN DE JACQUES DE MOLAY

EL FIN DE LOS TEMPLARIOS

Durante el siguiente año, hasta agosto de 1309, que es cuando comienza a reunirse la comisión papal para estudiar el caso, prosiguieron los interrogatorios acompañados de torturas inhumanas. La mayoría de los templarios que ya habían confesado su culpabilidad en 1307 seguían manteniendo su testimonio. Y es que, si en un principio había existido cierto remordimiento por reconocer lo irreconocible, ahora, tras muchísimo tiempo soportando un fuerte desgaste físico y psicológico, lo único que querían era salvar su vida.

A pesar de ello hubo muchos que alzaron la voz. El hecho de tener que declarar ya lejos de los calabozos en los que habían sido torturados les llenó de fuerza. En febrero de 1310, hasta 600 de esos templarios apresados se retractaron de sus primeras declaraciones. Lo cierto es que ya no les sirvió de mucho. Para frenar esto, el rey siguió moviendo hilos, y consiguió que poco tiempo después, entre el 12 y el 14 de mayo de ese año (los documentos difieren en la fecha exacta), el sínodo provincial de Sens, presidido por el arzobispo Felipe de Marigny, de nuevo uno de los hombres de confianza de Felipe IV, condenara a la hoguera como herejes relapsos a 54 de estos templarios. Esa era la pena para los que se desdijesen en sus confesiones, mientras que los que siguieran manifestando su culpabilidad, “simplemente” serían encarcelados de por vida. De ese modo se conseguía otra medida de presión para que los templarios no se atrevieran a retractarse de sus declaraciones, entre ellas las de la adoración al Baphomet de las que ya hemos hablado. La resolución de esta medida fue ejecutada tan sólo un día después. Fue la primera de tantas otras quemas de templarios que vendrían más tarde, y ante las que Clemente V no quiso alzar la voz.

La comisión papal prosiguió con su trabajo de investigación a través de interrogatorios, que se alargaron hasta las 160 sesiones, concluyendo en octubre de 1311, momento en el cual el papa inaugura el Concilio de Vienne, que tenía como objetivo determinar de forma definitiva la inocencia o la culpabilidad de los Caballeros Templarios. Desde un primer momento parecía que el veredicto era claro. Y es que el Felipe IV también alargó sus garras hasta este punto, y consiguió que Guillaume Durand, obispo de Mende, que gozaba de la total confianza del monarca, expusiese de forma clara los motivos por los cuales los templarios debían ser condenados, ante la incredulidad del grupo eclesiástico que componían los asistentes. Éstos mismos exigieron las actas con los interrogatorios realizados por la comisión papal para corroborar las afirmaciones expuestas por Durand, pero hasta tal punto El Hermoso lo tenía todo preparado, que éstas habían sido previamente comprobadas, eliminándose las partes que no beneficiaban a los intereses del rey, y entregando tan sólo lo concerniente a los testimonios de templarios que confesaron ser culpables de los cargos. Los obispos lo tenían claro: había quedado demostrada la culpabilidad de la Orden del Temple.

De este modo, tras unos meses durante los cuales el proceso se alargó más de lo debido, merced al deseo infructuoso de un elevado número de templarios, hasta 2000, de declarar la inocencia de la Orden, y por lo cual Felipe IV tuvo que presionar de nuevo a Clemente V para agilizar el veredicto final, incluso entrando con un ejército en Vienne, el papa redactó el día 22 de marzo de 1312 la bula Vox in excelso audita est, que sería leída públicamente el 3 de abril. En la misma, se declaraba culpables a los templarios de haber saqueado el Templo de Salomón, de adorar al dios Baal y de practicar la idolatría, entre otros cargos. Finalmente, Clemente V dejaba claro que no se trataba de una condena, sino de la disolución oficial de la Orden, vigente desde hacía doscientos años.


LA MALDICIÓN DE JACQUES DE MOLAY

Dos años más tarde, el 18 de marzo de 1314, los grandes mandatarios de la antigua Orden fueron condenados públicamente a cadena perpetua en la catedral de Notre Dame, tras haberse proclamado culpables años atrás. Entre ellos se encontraba un viejo y débil Jacques de Molay, último Gran Maestre, que nunca pudo imaginar un final semejante para él y sus hermanos. Sin embargo, en un último arrebato de fuerzas, y quizás arrepentido por su cobardía durante ciertos momentos del proceso, proclama su inocencia, así como la de todos los templarios, ante el pueblo de París, siendo secundado por Geoffroy de Charney.

De este modo, la condena quedaba modificada, y ambos pasaban a ser herejes relapsos, por lo cual su destino debía ser la hoguera, según esa última medida impuesta de la que ya hemos hablado. Felipe IV no se anduvo con rodeos, y ordenó que esa misma tarde fuese dispuesta una con menos madera de lo normal, para que el sufrimiento fuera aún mayor, junto a la catedral, en la antigua isla del Sena, que también era conocida como la Isla de los Judíos.

Lo más normal habría sido que los condenados hubieran sido conducidos hasta la hoguera atados y amordazados. Sin embargo, la leyenda cuenta que Jacques de Molay, antes de morir consumido entre las llamas, se dirigió hacia los dos grandes culpables de este final tan horrendo de la Orden del Temple, emplazándoles ante el tribunal de Dios a lo largo de ese mismo año.


Dios bien sabe que nos has conducido al umbral de la muerte con una gran injusticia. Muy pronto, dentro de este año, vendrá una inmensa calamidad sobre todos aquellos que nos han condenado sin respetar la justicia verdadera. Dios vengará nuestra muerte. Con esta seguridad y bajo el amparo de la Providencia muero yo.

(Masiá Vericat, 2004:169)


No hay ningún documento escrito que verifique este hecho, ni forma alguna de saber si ocurrió así. Lo único cierto es que el día 20 de abril de 1314, Clemente V murió repentinamente, entre sudores y sufrimientos, y que unos meses más tarde, en noviembre, Felipe IV no lograría recuperarse de las heridas tras un accidente de caza al caer de su caballo. La tumba del papa fue abierta, y sus restos quemados por los calvinistas en 1577. Todos los hijos del monarca murieron sin descendencia masculina, poniendo así fin a su dinastía. ¿Fue una simple y macabra casualidad o realmente se había cumplido la maldición de Jacques de Molay?


viernes, 13 de enero de 2012

PRAGMATISMO Y FUNCIONALIDAD

"Tienes dos formas de hacer el trabajo: la mía o la puta calle."



Más alto sí, pero más claro imposible.

lunes, 9 de enero de 2012

"USTED CONOCE MIS MÉTODOS, RITCHIE"


"Es uno de aquellos casos en los que quien razona puede producir un efecto que le parece notable a su interlocutor, porque a éste se le ha escapado el pequeño detalle que es la base de la deducción."
Conan Doyle, La aventura del jorobado

Mi maldita tendencia al prejuicio me la estaba jugando otra vez más. Allá por 2009, soltaba rayos y truenos por mi boca al ver continuamente promocionada la película “Sherlock Holmes” dirigida por Guy Ritchie. ¿Convertir al fabuloso personaje de Sir Arthur Conan Doyle en un guerrero saltimbanqui a la altura de lo que hicieron con Van Helsing, por ejemplo, hacía unos años? No, por favor. En absoluto. No podían cometer tal sacrilegio.
Más o menos un año después, me decidí a verla. En parte para comprobar sí, efectivamente y tal como me habían dicho, era una película divertida y entretenida; en parte para poder emitir un juicio valorativo por mi propia cuenta. Porque no es malo criticar negativamente, pero sí hacerlo cuando no sabes qué es lo que estás criticando.
Una vez hubo terminado el film, me di cuenta de que no podía haber estado más equivocado en un primer momento. Evidentemente los personajes que Ritchie muestra en su película no son una representación estrictamente fiel de los originales de Conan Doyle, pero igual de cierto es que esa diferencia no es tan grande como en un primer momento puede pensarse. Los amantes de los relatos originales opinan seguro igual que yo. Y es que la esencia de los personajes clásicos, de las relaciones entre ellos, se mantiene. Tanto esta primera película, como su secuela, recientemente estrenada, reflejan muy bien esa personalidad extravagante tan particular de Holmes. El detective es desordenado, prácticamente siempre está encerrado en su casa de Baker Street, con la atención siempre puesta en la resolución de algún caso, recordando otros pasados y solucionados con éxito o realizando experimentos químicos. A Holmes le cuesta relacionarse con la gente porque sólo vive por y para sus casos, por y para los verdaderos retos, no para la vida cotidiana y monótona. Es un buen boxeador y luchador cuerpo a cuerpo. Está en plena forma. Se disfraza muy bien y muchas veces desaparece durante algún tiempo sin que nadie sepa dónde está.
Por su parte, el profesor Watson es su único y verdadero amigo. Su vida, sin embargo, sigue un camino diferente. Él sí evoluciona: se casa y abandona el domicilio en Baker Street, con lo cual se aparta un poco de Holmes. A pesar de ello, en el fondo ansía seguir viviendo “aventuras” con él. Éste, por su parte, también prefiere estar acompañado por su amigo en sus investigaciones, y por eso siempre se lo pide. Además, intenta “adiestrarlo” en su forma de sacar conclusiones. De ahí la famosa frase: “Usted conoce mis métodos, Watson.”
Todo lo que acabo de enumerar son rasgos que aparecen en los relatos originales de Conan Doyle. Todo ello, del mismo modo, se ve reflejado en las dos películas de Guy Ritchie. Algunos elementos un tanto exagerados, sí, pero, como apuntaba antes, la esencia se mantiene. Todo el universo holmesiano, en general, está muy bien reflejado, destacando sobre todo, en mi opinión, la plasmación de la personalidad excéntrica de Holmes. Es más, creo que una de las particularidades del montaje de las películas de Ritchie, esas sucesiones de planos cortos tanto ralentizados como acelerados, son perfectas para reflejar los procesos deductivos –o inductivos, aunque ese sería otro tema– que el detective lleva a cabo a partir de la observación de los detalles que tan recurrentes son en los relatos.
Guy Ritchie ha sabido manejar muy bien lo que le fue puesto en las manos. Como en la mayoría de sus películas, por otra parte. Porque no sólo ha hecho una muy buena adaptación, sino que también logra que los que no conocían el Canon holmesiano lo pasen bien con unas tramas entretenidas y bien construidas, aunque no reparen en que tras lo más comercial hay un profundo respeto por lo clásico y original. Porque ha logrado convencer con creces a un amante del Holmes literario que partía desde el más puro escepticismo hasta justo antes de ver la primera de estas adaptaciones al cine. Es como si el propio Conan Doyle, atravesando la barrera del tiempo, esa que tan sólo la literatura, la radio y la imaginación pueden esquivar con total libertad, se hubiera dirigido al director inglés tomando el papel de su detective: “Usted conoce mis métodos, Ritchie. Aplíquelos.”

jueves, 5 de enero de 2012

EL ENIGMA DEL FIN DE LOS TEMPLARIOS (V). EL ACTA DE CHINON

EL ACTA DE CHINON

A pesar de que en la orden de arresto de ese 13 de octubre de 1307 se exponía claramente que se contaba con la aprobación de Clemente V, esto no era ni mucho menos así. Sin embargo, el Santo Padre tardó cierto tiempo en actuar. Su cabeza debía ser un cúmulo de dudas e interrogantes a punto de estallar. Por un lado, no podía permitir que un rey ordenara la apertura de un proceso judicial contra los templarios, porque, como ya apuntábamos, carecía de potestad para ello, pero por otro, ¿cómo ir en contra de los intereses de la persona a la cual le debía su puesto? Tras meditarlo insistentemente, se decide a escribir a Felipe IV a finales de octubre mostrándole sus dudas, sobre todo porque parece que ha pasado por alto la autoridad de la Iglesia, pero también por utilizar la tortura durante los interrogatorios, algo con la que la misma no estaba de acuerdo en absoluto. Sin embargo, es necesario apuntar que estas palabras no reflejaban un tono recriminatorio por ninguna parte. Al contrario de ello, el papa volvía a demostrar su debilidad a lo largo de aquellas líneas, utilizando casi un estilo suplicante.

El rey, que conoce a la perfección cuál es la forma con la que manejar a Clemente V, es contundente en su respuesta: si no le apoyaba a él, lo hacía a los templarios, los cuales acababan de ser acusados de renegar de Cristo, entre otras cosas. Esto es, estaba defendiendo a un puñado de sucios herejes. ¿De verdad quería que el pueblo supiera esto? El papa reacciona redactando, ya el 22 de noviembre, la bula Pastorales praeeminentiae, en la cual ordena a los reyes cristianos, los cuales habían hecho caso omiso a la petición de Felipe IV de que hicieran lo mismo que él, el arresto de los templarios que quedaban fuera de Francia.

Sin embargo, los meses van pasando, y el papa, que se siente culpable y que aún cree en la inocencia de la Orden, decide actuar con más fuerza que nunca. En febrero de 1308 recurrió el proceso judicial ya en marcha desde el octubre anterior, y en julio se convierte en el juez del caso, relegando del cargo a Guillaume de Pâris.

Una vez como máximo responsable del proceso, ordenó, en agosto del mismo año, que los principales dirigentes templarios, Jacques de Molay, Hugues de Pérraud, preceptor en Francia de los Templarios; Geoffroy de Charney, el comendador de Normandía; Raymbaud de Caron, preceptor de sus encomiendas en Ultramar; y Geoffroy de Gonneville, preceptor de Aquitania y Poitou, fueran trasladados de la prisión de París a la de Poitiers, aunque en realidad se trataba de una tapadera, para poder interrogarlos a medio camino, en el castillo de Chinon, lejos de las miradas de Felipe IV y de sus lacayos, Nogaret y Pâris.

De todos modos, por miedo a ser descubierto, no se desplazó para hacer los interrogatorios él mismo, sino que envió en su lugar a su sobrino Berenguer Frédol, cardenal sacerdote del título de los Santos Nereo y Achilleo, al cardenal sacerdote de San Ciriaco in therminis Étienne de Suisy, y al cardenal diácono de San Angelo, Landolfo Bracacci. Como notarios apostólicos actuaron Robert de Condet, Humberto Vercellani y Nicolo Nicolai, entre otros.

Las actas de Chinon recogen, por tanto, estos interrogatorios, en los que se afirma que los acusados admitieron los cargos, pero que quedaban absueltos, “restaurando su unidad con la Iglesia y restableciéndoles en la comunión de los fieles y en los sacramentos de la Iglesia”. El 17 de agosto fueron puestos en libertad Caron y Charny, el 19 Pérraud y el 20 De Molay.

Pero mientras tanto, en París, Nogaret seguía con su trabajo sucio. En su última conversación con el papa, Felipe IV había abierto un posible frente para terminar de asegurarse su favor, esto es, atacar a su imagen pública. Si bien Clemente V había actuado redactando la citada bula Pastorales praeeminentiae contra los templarios a partir de las amenazas del rey de acusarlo como defensor de los herejes, éste sabía que el Santo Pontífice aún albergaba dudas, y ordenó a Nogaret que se dispusiese a cumplir la amenaza. El lacayo del rey comenzó a difundir ciertos escritos en los que se difamaba la figura del papa. Esto, añadido al hecho de que el rey congregó en Tours a los Estados Generales, que eran una especie de Parlamento del reino, convenciéndoles de que tenían que emprender acciones legales contra los Caballeros del Temple, fue demasiado para Clemente V. Ahora no sólo era el rey, sino también el pueblo, el que estaba empezando a echársele encima. El papa no tuvo otra opción que archivar para siempre los interrogatorios y las exculpaciones de las actas de Chinon, y aceptar de forma definitiva, esta vez sí, el hecho de tener que emprender un juicio legal, ya dirigido por las autoridades papales, como así debió ser desde un principio, contra los templarios. Todo ello aún albergando dudas acerca de su culpabilidad.