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jueves, 1 de noviembre de 2012
ALLÁ VA, COMO EL CABALLO DE COPAS
Es necesario que establezca bien, por tanto, la diferencia entre mis gustos 'favoritos' y mis gustos 'especialmente favoritos'. Los primeros, tal cual, son eso, gustos. Pero los segundos tienen que ver con el impacto de lo nuevo, con la impresión más allá de elementos narrativos, de formas de escribir. Por eso son 'especiales'. Porque fueron los primeros. Los que me ayudaron a descubrir.
Tal fue para mí El monte de las ánimas de Bécquer, y a la misma me refería al principio. Y decía que allá va de nuevo porque ya la compartí aquí, aunque por no sé qué motivo los administradores de la página web en la que colgué la dramatización decidieron eliminar el archivo. Por eso he decidido volver a compartirlo. Por eso y porque le he añadido algunas mejoras. Por eso y porque hoy, tal día como hoy, 1 de noviembre, Bécquer la escribió "volviendo algunas veces la cabeza con miedo".
Espero que disfrute quien la escuche, eso sí, sin olvidar que lo recomendable es colocarse los cascos, cerrar los ojos y dejar que la imaginación trabaje.
viernes, 12 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
miércoles, 5 de septiembre de 2012
ARTE
jueves, 2 de agosto de 2012
INSPIRACIÓN
Aún palpita después de haber estado escribiendo.
Y entonces me levanto. Y veo un resplandor azulado colándose por la ventana. Esta noche hay luna llena, y en este preciso momento se encuentra justo en el centro del cielo. Y aquella ebullición hace que crea escuchar el aullido lejano de un lobo, de una criatura sobrenatural acaso.
Y mi corazón late deprisa ante lo romántico del momento.
viernes, 6 de julio de 2012
MARE
viernes, 4 de mayo de 2012
GARRA Y ALMA
lunes, 30 de abril de 2012
EQUILIBRIO
- "Jon Snow: You're Tyrion Lannister? The Queen's brother?
- Tyrion Lannister: My greatest accomplishment. And you, you're Ned Stark's bastard, aren't you?
- [Jon walks away]
- Tyrion Lannister: Did I offend you? Sorry. You are the bastard, though.
- Jon Snow: Lord Eddard Stark is my father.
- Tyrion Lannister: And Lady Stark is not your mother, making you… the bastard. Let me give you some advice, bastard: never forget what you are. The rest of the world will not. Wear it like armor, and it can never be used to hurt you.
- Jon Snow: What the hell do you know about being a bastard?
- Tyrion Lannister: All dwarfs are bastards in their father's eyes."
sábado, 17 de marzo de 2012
EL VERDADERO AROMA DE LA CHAMPIONS
Ayer se celebró el sorteo de cuartos de final de la Liga de Campeones. Sorteo puro, sin condicionantes por el país o por la liguilla de clasificación. Esa circunstancia siempre ha permitido que a partir de esta ronda los amantes del fútbol comenzáramos a disfrutar ese tipo de eliminatorias memorables como las que antes citaba. Sin embargo, este año el bombo era un poco descafeinado. No estaban muchos grandes, como el propio United o el Inter, y los que sí están no dan la sensación de llegar al nivel de aquellas escuadras ni mucho menos. El Milan no es el de Ancelotti, el Chelsea no es el de Mourinho y el Bayern no es el de Hitzfeld. Fruto de la crisis económica o del creciente miedo a perder debido a las exigencias y expectativas, por el cual se apuesta por el juego físico resultadista y feo (véase al City de Mancini, aunque es cierto que el del italiano es un caso aparte), creo que cada vez habrá menos posibilidades de ver una eliminatoria abierta y con goles o, como mínimo, con muchas ocasiones de gol. Esos partidos en los que reinaba la tensión, en los que tomaban la palabra los futuros Balones de Oro. Partidos para grabar, enmarcar y recordar en años posteriores.
Por eso, tras el sorteo, quedé descontento. Porque sí, claro que como madridista quiero que el Real Madrid gane la Champions. No puedo tener más ganas de ello después de ya diez años. Pero puede que por esa carencia de eliminatorias míticas aún tenga una mayor necesidad de que el título venga precedido de duelos con los grandes. Para mí, lo ideal hubiera sido que los blancos se enfrentaran al Milan, al Bayern y al Barça. Los dos últimos aún pueden ser, pero el hecho de que tocara el APOEL me decepcionó un poco. Y es que sé que esta esencia del fútbol de siempre de la que vengo hablando no puede haberse marchado. Me lo confirma, por ejemplo, el haber disfrutado de la eliminatoria entre el Athletic Club y, de nuevo, qué casualidad que este equipo sea mencionado tantas veces, el Manchester United.
Muchos me dicen literalmente que soy un poco tonto. Que debería alegrarme por haber tocado un rival en teoría fácil y que pensar en las semifinales no sea para nada descabellado. Que seguramente si el Madrid gana la Champions luego piense que estas reflexiones eran una estupidez. Sin embargo, no creo que fuera a ser así. Precisamente porque recuerdo casi al dedillo duelos como el de la semifinal Madrid-Juve de la 2002-2003 en la que los merengues quedaron eliminados y me da un poco igual no acordarme del Madrid-Tottenham de cuartos de la temporada pasada. La diferencia está en la rivalidad, la competencia, el gusto real por el fútbol.
Ahora mismo soy como el yonqui que necesita su dosis. Y llevo esperándola mucho tiempo. El verdadero aroma de la Champions tendrá que esperar un poquito más este año. Si toda espera tiene su recompensa, entonces la mía deberá ser grandísima. Ojalá.
martes, 6 de marzo de 2012
TONTERÍAS Y TONTERÍOS
Siempre me ha caído mal la gente hipersensible. Aquellas personas que no entienden de dobles sentidos, contextos y/o expresiones fosilizadas y que, por querer defender una postura, saltan enfurecidos ante cualquier mención que no se ajusta a lo estrictamente correcto y avanzado desde el punto de vista social. Aunque no tenga sentido hacerlo. Quizás porque no son capaces de conseguir objetivos reales en sus respectivas luchas. Quizás porque así se sienten satisfechos, pese a que solo sea por encender pequeños polvorines. “Está bien visto emitir una protesta pro-igualdad de género. Por eso lo hago. Por eso esta noche me acuesto feliz. He llevado a cabo mi buena acción del día.” El problema es que no todo vale.
Lo leí hace varios días: un colectivo de gays y lesbianas había tomado la decisión de denunciar al entrenador del Real Madrid, José Mourinho, porque, en la previa del último partido de competición europea del conjunto blanco, el portugués se refirió a los organizadores de la UEFA como “estos maricones que todavía no nos han dado los balones”. También he escuchado muchas veces a determinadas periodistas del ámbito futbolístico (periodista, nombre común en cuanto al género) quejarse, muy molestas ellas, por el uso de la expresión “partido para hombres”. En ambos chorricasos –porque son unas chorradas los dos– pienso que el que sabe lo que se quiere decir lo sabe y punto, y el que protesta lo hace sin razón ninguna. NINGUNA. Porque ni Mourinho está utilizando las orientaciones sexuales de los miembros de la UEFA para meterse con ellos, ni el sintagma anterior pretende excluir a las mujeres de la práctica del fútbol y del deporte en general. Y no me voy a parar a explicarlo todo. Como he dicho, el que sabe lo que se quiere decir lo sabe.
Pues bien, resulta que en ese afán de defensa y reivindicación de ciertos aspectos, y concretamente el del papel de la mujer en la sociedad, últimamente se ha utilizado como arma algo que a mí me toca los cojones que se haya tomado para, como me decía mi amiga Elena, hacer demagogia de ya ni sabemos qué: el lenguaje. El resultado de ello han sido numerosas guías que abogan por el fin de lo que estas denominan usos sexistas del español, no solo proponiendo, sino casi obligando a que se deje de emplear el masculino genérico o no marcado, algo ya totalmente asentado en nuestra lengua, porque no “hace visible” a la mujer, y proponiendo otras alternativas en las cuales no me voy a detener para exponer sus inconvenientes, entre otras cosas porque es mucho más recomendable leer el informe del gran Ignacio Bosque al respecto (http://t.co/6Y7Y1lFO), pero de las que sí diré que atentan contra uno de los principios fundamentales de la lengua, esto es, la funcionalidad.
Señores, la Real Academia no impone qué normas se siguen y cuáles dejan de tener vigencia. Esto no se trata de que un día se les pase por la cabeza a sus miembros el hecho de que cierta palabra tenga que incluirse en el diccionario y que esta sea incluida y punto. No se puede “instar a la RAE”, como he leído que se ha hecho desde la mayoría de partidos políticos, a que cambie el uso del español en determinados contextos. Porque esa no es su labor. La Real Academia no establece el uso que ha de hacerse de la lengua. Son los hablantes los que mandan. Y tampoco estamos hablando de algo que se efectúe deliberadamente. Es el empleo constante e inconsciente el que determina que esos usos tengan éxito y que, por tanto, deban ser incluidos como piezas del español de pleno derecho. Observar y describir. No estaría mal que muchos se informasen antes de opinar y exigir.
Además, ¿qué pasa si ahora a mí me sale de los cojones decir que el uso de esas alternativas que proponen las mencionadas guías que tienen género –que no sexo– femenino me molesta porque se “excluye” y no se “hace visible” al hombre? ¿Qué hacemos en ese caso, EH? ¿Nos pegamos un tiro (oración recíproca)? ¿Esto de qué se trata? ¿De ver quién es más chulo? ¿O a lo mejor de guardar las apariencias? ¿De luchar por algo porque está bien visto sin importar el argumento, tan solo el fondo? ¿Vale todo en favor de un objetivo socialmente aceptado? ¿Es mejor el feminismo exacerbado que el machismo? ¿O son las dos cosas igual de reprobables?
En fin, la noche previa a que saliera publicado el informe Ignacio Bosque predije que me iba a calentar. Y fue tal cual. Creía que ya se me había pasado, pero he escrito esto en un pequeño arrebato, porque es que todavía sigo viendo publicadas estupideces del tamaño del copón. Y concluyo diciendo que si hay alguien al que se le haya pasado por la cabeza en algún momento durante la lectura de este texto que soy un machista, misógino, fascista o cualquier otra barbaridad sin sentido, es que es, no tonto (ni tonta), sino lo siguiente.
miércoles, 22 de febrero de 2012
SOBRE LAS MUJERES GUAPAS
domingo, 5 de febrero de 2012
RECUERDOS
lunes, 23 de enero de 2012
EL ENIGMA DEL FIN DE LOS TEMPLARIOS (VI). EL FIN Y LA MALDICIÓN DE JACQUES DE MOLAY
Durante el siguiente año, hasta agosto de 1309, que es cuando comienza a reunirse la comisión papal para estudiar el caso, prosiguieron los interrogatorios acompañados de torturas inhumanas. La mayoría de los templarios que ya habían confesado su culpabilidad en 1307 seguían manteniendo su testimonio. Y es que, si en un principio había existido cierto remordimiento por reconocer lo irreconocible, ahora, tras muchísimo tiempo soportando un fuerte desgaste físico y psicológico, lo único que querían era salvar su vida.
A pesar de ello hubo muchos que alzaron la voz. El hecho de tener que declarar ya lejos de los calabozos en los que habían sido torturados les llenó de fuerza. En febrero de 1310, hasta 600 de esos templarios apresados se retractaron de sus primeras declaraciones. Lo cierto es que ya no les sirvió de mucho. Para frenar esto, el rey siguió moviendo hilos, y consiguió que poco tiempo después, entre el 12 y el 14 de mayo de ese año (los documentos difieren en la fecha exacta), el sínodo provincial de Sens, presidido por el arzobispo Felipe de Marigny, de nuevo uno de los hombres de confianza de Felipe IV, condenara a la hoguera como herejes relapsos a 54 de estos templarios. Esa era la pena para los que se desdijesen en sus confesiones, mientras que los que siguieran manifestando su culpabilidad, “simplemente” serían encarcelados de por vida. De ese modo se conseguía otra medida de presión para que los templarios no se atrevieran a retractarse de sus declaraciones, entre ellas las de la adoración al Baphomet de las que ya hemos hablado. La resolución de esta medida fue ejecutada tan sólo un día después. Fue la primera de tantas otras quemas de templarios que vendrían más tarde, y ante las que Clemente V no quiso alzar la voz.
La comisión papal prosiguió con su trabajo de investigación a través de interrogatorios, que se alargaron hasta las 160 sesiones, concluyendo en octubre de 1311, momento en el cual el papa inaugura el Concilio de Vienne, que tenía como objetivo determinar de forma definitiva la inocencia o la culpabilidad de los Caballeros Templarios. Desde un primer momento parecía que el veredicto era claro. Y es que el Felipe IV también alargó sus garras hasta este punto, y consiguió que Guillaume Durand, obispo de Mende, que gozaba de la total confianza del monarca, expusiese de forma clara los motivos por los cuales los templarios debían ser condenados, ante la incredulidad del grupo eclesiástico que componían los asistentes. Éstos mismos exigieron las actas con los interrogatorios realizados por la comisión papal para corroborar las afirmaciones expuestas por Durand, pero hasta tal punto El Hermoso lo tenía todo preparado, que éstas habían sido previamente comprobadas, eliminándose las partes que no beneficiaban a los intereses del rey, y entregando tan sólo lo concerniente a los testimonios de templarios que confesaron ser culpables de los cargos. Los obispos lo tenían claro: había quedado demostrada la culpabilidad de la Orden del Temple.
De este modo, tras unos meses durante los cuales el proceso se alargó más de lo debido, merced al deseo infructuoso de un elevado número de templarios, hasta 2000, de declarar la inocencia de la Orden, y por lo cual Felipe IV tuvo que presionar de nuevo a Clemente V para agilizar el veredicto final, incluso entrando con un ejército en Vienne, el papa redactó el día 22 de marzo de 1312 la bula Vox in excelso audita est, que sería leída públicamente el 3 de abril. En la misma, se declaraba culpables a los templarios de haber saqueado el Templo de Salomón, de adorar al dios Baal y de practicar la idolatría, entre otros cargos. Finalmente, Clemente V dejaba claro que no se trataba de una condena, sino de la disolución oficial de la Orden, vigente desde hacía doscientos años.
LA MALDICIÓN DE JACQUES DE MOLAY
Dos años más tarde, el 18 de marzo de 1314, los grandes mandatarios de la antigua Orden fueron condenados públicamente a cadena perpetua en la catedral de Notre Dame, tras haberse proclamado culpables años atrás. Entre ellos se encontraba un viejo y débil Jacques de Molay, último Gran Maestre, que nunca pudo imaginar un final semejante para él y sus hermanos. Sin embargo, en un último arrebato de fuerzas, y quizás arrepentido por su cobardía durante ciertos momentos del proceso, proclama su inocencia, así como la de todos los templarios, ante el pueblo de París, siendo secundado por Geoffroy de Charney.
De este modo, la condena quedaba modificada, y ambos pasaban a ser herejes relapsos, por lo cual su destino debía ser la hoguera, según esa última medida impuesta de la que ya hemos hablado. Felipe IV no se anduvo con rodeos, y ordenó que esa misma tarde fuese dispuesta una con menos madera de lo normal, para que el sufrimiento fuera aún mayor, junto a la catedral, en la antigua isla del Sena, que también era conocida como la Isla de los Judíos.
Lo más normal habría sido que los condenados hubieran sido conducidos hasta la hoguera atados y amordazados. Sin embargo, la leyenda cuenta que Jacques de Molay, antes de morir consumido entre las llamas, se dirigió hacia los dos grandes culpables de este final tan horrendo de la Orden del Temple, emplazándoles ante el tribunal de Dios a lo largo de ese mismo año.
Dios bien sabe que nos has conducido al umbral de la muerte con una gran injusticia. Muy pronto, dentro de este año, vendrá una inmensa calamidad sobre todos aquellos que nos han condenado sin respetar la justicia verdadera. Dios vengará nuestra muerte. Con esta seguridad y bajo el amparo de la Providencia muero yo.
(Masiá Vericat, 2004:169)
No hay ningún documento escrito que verifique este hecho, ni forma alguna de saber si ocurrió así. Lo único cierto es que el día 20 de abril de 1314, Clemente V murió repentinamente, entre sudores y sufrimientos, y que unos meses más tarde, en noviembre, Felipe IV no lograría recuperarse de las heridas tras un accidente de caza al caer de su caballo. La tumba del papa fue abierta, y sus restos quemados por los calvinistas en 1577. Todos los hijos del monarca murieron sin descendencia masculina, poniendo así fin a su dinastía. ¿Fue una simple y macabra casualidad o realmente se había cumplido la maldición de Jacques de Molay?
viernes, 13 de enero de 2012
PRAGMATISMO Y FUNCIONALIDAD
Más alto sí, pero más claro imposible.
lunes, 9 de enero de 2012
"USTED CONOCE MIS MÉTODOS, RITCHIE"
jueves, 5 de enero de 2012
EL ENIGMA DEL FIN DE LOS TEMPLARIOS (V). EL ACTA DE CHINON
EL ACTA DE CHINON
A pesar de que en la orden de arresto de ese 13 de octubre de 1307 se exponía claramente que se contaba con la aprobación de Clemente V, esto no era ni mucho menos así. Sin embargo, el Santo Padre tardó cierto tiempo en actuar. Su cabeza debía ser un cúmulo de dudas e interrogantes a punto de estallar. Por un lado, no podía permitir que un rey ordenara la apertura de un proceso judicial contra los templarios, porque, como ya apuntábamos, carecía de potestad para ello, pero por otro, ¿cómo ir en contra de los intereses de la persona a la cual le debía su puesto? Tras meditarlo insistentemente, se decide a escribir a Felipe IV a finales de octubre mostrándole sus dudas, sobre todo porque parece que ha pasado por alto la autoridad de la Iglesia, pero también por utilizar la tortura durante los interrogatorios, algo con la que la misma no estaba de acuerdo en absoluto. Sin embargo, es necesario apuntar que estas palabras no reflejaban un tono recriminatorio por ninguna parte. Al contrario de ello, el papa volvía a demostrar su debilidad a lo largo de aquellas líneas, utilizando casi un estilo suplicante.
El rey, que conoce a la perfección cuál es la forma con la que manejar a Clemente V, es contundente en su respuesta: si no le apoyaba a él, lo hacía a los templarios, los cuales acababan de ser acusados de renegar de Cristo, entre otras cosas. Esto es, estaba defendiendo a un puñado de sucios herejes. ¿De verdad quería que el pueblo supiera esto? El papa reacciona redactando, ya el 22 de noviembre, la bula Pastorales praeeminentiae, en la cual ordena a los reyes cristianos, los cuales habían hecho caso omiso a la petición de Felipe IV de que hicieran lo mismo que él, el arresto de los templarios que quedaban fuera de Francia.
Sin embargo, los meses van pasando, y el papa, que se siente culpable y que aún cree en la inocencia de la Orden, decide actuar con más fuerza que nunca. En febrero de 1308 recurrió el proceso judicial ya en marcha desde el octubre anterior, y en julio se convierte en el juez del caso, relegando del cargo a Guillaume de Pâris.
Una vez como máximo responsable del proceso, ordenó, en agosto del mismo año, que los principales dirigentes templarios, Jacques de Molay, Hugues de Pérraud, preceptor en Francia de los Templarios; Geoffroy de Charney, el comendador de Normandía; Raymbaud de Caron, preceptor de sus encomiendas en Ultramar; y Geoffroy de Gonneville, preceptor de Aquitania y Poitou, fueran trasladados de la prisión de París a la de Poitiers, aunque en realidad se trataba de una tapadera, para poder interrogarlos a medio camino, en el castillo de Chinon, lejos de las miradas de Felipe IV y de sus lacayos, Nogaret y Pâris.
De todos modos, por miedo a ser descubierto, no se desplazó para hacer los interrogatorios él mismo, sino que envió en su lugar a su sobrino Berenguer Frédol, cardenal sacerdote del título de los Santos Nereo y Achilleo, al cardenal sacerdote de San Ciriaco in therminis Étienne de Suisy, y al cardenal diácono de San Angelo, Landolfo Bracacci. Como notarios apostólicos actuaron Robert de Condet, Humberto Vercellani y Nicolo Nicolai, entre otros.
Las actas de Chinon recogen, por tanto, estos interrogatorios, en los que se afirma que los acusados admitieron los cargos, pero que quedaban absueltos, “restaurando su unidad con la Iglesia y restableciéndoles en la comunión de los fieles y en los sacramentos de la Iglesia”. El 17 de agosto fueron puestos en libertad Caron y Charny, el 19 Pérraud y el 20 De Molay.
Pero mientras tanto, en París, Nogaret seguía con su trabajo sucio. En su última conversación con el papa, Felipe IV había abierto un posible frente para terminar de asegurarse su favor, esto es, atacar a su imagen pública. Si bien Clemente V había actuado redactando la citada bula Pastorales praeeminentiae contra los templarios a partir de las amenazas del rey de acusarlo como defensor de los herejes, éste sabía que el Santo Pontífice aún albergaba dudas, y ordenó a Nogaret que se dispusiese a cumplir la amenaza. El lacayo del rey comenzó a difundir ciertos escritos en los que se difamaba la figura del papa. Esto, añadido al hecho de que el rey congregó en Tours a los Estados Generales, que eran una especie de Parlamento del reino, convenciéndoles de que tenían que emprender acciones legales contra los Caballeros del Temple, fue demasiado para Clemente V. Ahora no sólo era el rey, sino también el pueblo, el que estaba empezando a echársele encima. El papa no tuvo otra opción que archivar para siempre los interrogatorios y las exculpaciones de las actas de Chinon, y aceptar de forma definitiva, esta vez sí, el hecho de tener que emprender un juicio legal, ya dirigido por las autoridades papales, como así debió ser desde un principio, contra los templarios. Todo ello aún albergando dudas acerca de su culpabilidad.