lunes, 24 de octubre de 2011

COSAS DE DETECTIVES

Aquí, sentado delante de la ventana observando cómo llueve. Me siento un poco como Holmes y Watson en su casa de Baker Street. Como Dupin y su narrador sin nombre. Bueno, me falta la chimenea. Sí que tengo una figurita de un casco espartado, como el de Palas.

¿Llamarán ahora a mi casa para pedirme colaborar en la resolución de algún crimen? Estaría bien, la verdad. Pero creo que si ha pasado algo en mi pueblo la policía no necesitaría mucha ayuda para encontrar al culpable. Es muy probable que llevara gorra o un crucifijo –llámese también rosario– colgado del cuello. Mi pueblo, Torredonjimeno, El Bronx.

Mejor me quedo aquí, imaginándomelo. O puedo leerlo. Pero bueno, Ibáñez, ¿Holmes no había muerto ya? Ah, no, que después de las cataratas revive. Que ahora estás con María Roget.

Estoy hablando solo otra vez. Cosas de detectives.


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